Desarrollo personal
10 hábitos que lo convertirán en un empresario exitoso
Los empresarios más exitosos del mundo comparten ciertos hábitos y rasgos de personalidad que vale la pena tratar de desarrollar. Le contamos cuáles son.
En estos días de crisis todos necesitamos sacar lo mejor que tenemos para salir adelante. Y conocer y adoptar los hábitos de los empresarios más exitosos del mundo es un buen punto de partida.
Los empresarios exitosos comparten ciertos hábitos y rasgos de personalidad que vale la pena tratar de desarrollar, entre ellos, la capacidad de enfocarse en las prioridades, el adecuado manejo del tiempo, el énfasis en el largo plazo, la persistencia y el hambre de conocimiento.
A continuamos le contamos cuáles son esos hábitos, según varios libros sobre liderazgo y administración.
1. Saber comunicar su visión e inspirar a otros
En el libro ‘Alicia en el país de las maravillas’, la protagonista llega a una bifurcación en el camino –cuando estaba en busca de una salida– y allí le pregunta al gato Cheshire: “¿Podría decirme qué camino debo seguir?”. El gato contesta: “Eso depende principalmente de adónde quieras ir”. Cuando Alicia dice que eso no importa mucho, el gato le responde: “Entonces no importa qué camino tomes”. De esa forma, el experto en liderazgo Ken Blanchard inicia una explicación sobre la importancia de que los líderes tengan una visión clara y convincente. En su libro ‘Liderazgo al más alto nivel’, Blanchard dice: “Si usted y sus colaboradores no saben hacia dónde van, su liderazgo no importa”.
“Un computador en cada escritorio y en cada hogar”: esa fue la visión de Bill Gates cuando inició la compañía de software que dominó las primeras décadas de vida de la industria de los PC, y su mérito está en que, en esa época, a mediados de los 70, pensar en tener un computador en un hogar sonaba tan extraño como querer tener un avión privado. “Un computador para el resto de nosotros”: esa fue la visión de Steve Jobs, un hombre siempre enfocado en la sencillez y la facilidad de uso, con el Macintosh, el computador que a mediados de los años 80 popularizó las interfaces basadas en ventanas e íconos, en una era en la que los PC tenían ‘rostros’ confusos y oscuros basados solo en caracteres.
Pero no solo basta con tener una visión clara; también es necesario saber comunicarla e inspirar a los demás para que la sigan. Blanchard cita estudios que muestran que las empresas cuyos líderes son visionarios producen equipos de mejor desempeño, pero él dice que en menos de 10 por ciento de las compañías que ha visitado los miembros tienen claridad sobre la visión de su líder. “Esta falta de visión compartida hace que las personas se vean abrumadas por la multiplicidad de prioridades y la duplicación de esfuerzos. Una visión ayuda a las personas a decidir de manera inteligente, pues toman decisiones con el resultado final en mente”, dice.
Según Blanchard, una característica esencial de los grandes líderes es su capacidad de movilizar a las personas en torno a una visión compartida. “Una visión convincente crea una cultura fuerte en la cual queda alineada la energía de todos los miembros de una organización, lo cual produce confianza, una fuerza de trabajo comprometida y la satisfacción del cliente”, dice.
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Steve Jobs no se caracterizaba por ser la persona más amable del mundo, pero era totalmente inspirador. En el libro ‘Steve Jobs’, de Walter Isaacson, uno de los líderes de desarrollo de software de Apple, Andy Hertzfeld, describe esa habilidad, a la que los colaboradores de Jobs se referían como ‘el campo de distorsión de la realidad’: “Era una mezcla de estilo retórico y carismático, una voluntad indomable y una disposición a adaptar cualquier dato para que se adecuara al propósito perseguido. Si una de sus argumentaciones no lograba convencerte, pasaba con gran destreza a la siguiente”.
Según ellos, para Jobs la realidad era algo maleable, y él podía convencer a cualquiera de prácticamente cualquier cosa. Quienes trabajan para él dicen que esa realidad distorsionada lograba que la gente hiciera cosas que en apariencia no eran posibles. “Jobs podía inspirar a la gente para que hiciera historia. Hacías lo imposible porque no sabías que era imposible. En la base de su comportamiento estaba la profunda creencia de Jobs de que las normas no se aplicaban a él. Jobs creía que era especial, alguien elegido”, dice Hertzfeld.
La esencia es la capacidad de comunicación. La revista Forbes dice que no es posible ser un gran líder si no se es un gran comunicador. Un buen comunicador inspira a la gente, y crea una conexión emocional con las personas. “Ellos forjan esta conexión gracias a que entienden a las personas y tienen la habilidad de hablar directamente a sus necesidades de una manera que ellas están dispuestas a escuchar”. Mientras que la visión da una idea clara de hacia donde se está yendo, el líder también debe hacer entender a su gente por qué se están dirigiendo hacia allá. “De esa forma, las personas sienten que hacen parte de algo más grande que ellas mismas. Los grandes líderes le dan a la gente un claro sentido de propósito”, dice Forbes.
2. Ser obsesivo con el tiempo
Los empresarios exitosos administran su tiempo de forma muy eficiente. Ellos tienen claro que su tiempo es sagrado porque es lo único con lo que no cuentan en abundancia; es un recurso escaso y no renovable. Todos tenemos los mismos minutos en el día, pero algunas personas los aprovechan mejor que otros.
Por eso toman medidas como reducir el tiempo que se pasa en reuniones. Una estrategia para ello, mencionada en el libro ‘15 Secrets Successful People Know About Time Management’, de Kevin Kruse, es no programar las reuniones de una hora ni de 30 minutos, sino de 20 minutos (eso obliga a los asistentes a enfocarse al máximo); prohibir el uso de celulares; y definir una agenda de la reunión con anticipación y hacerla circular previamente entre los asistentes para que todos lleguen mejor preparados. También es útil realizar con frecuencia reuniones de seguimiento muy cortas (15 minutos, por ejemplo) para no tener que hacer reuniones prolongadas después.
Otra medida importante es tener siempre en mente el Principio de Pareto, que dice que 80 por ciento de los resultados provienen de solo 20 por ciento de las acciones. Por eso, para aprovechar mejor el tiempo, usted siempre debería andar identificando cuáles son esas pocas tareas y actividades que van a producir los mayores resultados.
Eso lo llevará a enfocarse en lo estratégico, y a tratar de hacer las cosas más importantes excepcionalmente bien, y el resto suficientemente bien (o eliminar algunas actividades). Kruse dice que uno debería desarrollar sus habilidades para ser excepcionalmente bueno en unas pocas áreas que le interesan, en lugar de tratar de dominar todo. El resultado será menos trabajo y estrés.
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Por su parte, Robin Sharma dice en el libro ‘El monje que vendió su Ferrari’ que uno “debe cuidarse de los ladrones de tiempo. Esos que llaman cuando uno al fin ha encontrado tiempo para leer en las noches o que pasan por su oficina cuando está trabajando en algo importante. Con su tiempo debe ser despiadado. Hay que aprender a decir no”.
Sharma hace otra recomendación: “No conteste el teléfono siempre que suene; el teléfono está ahí para servirte a usted, no a los demás”. Además, dice que “al planificar el uso del tiempo hay que incluir las cosas personales. Lo prioritario no se debe dejar de lado”.
3. Priorizar de forma despiadada
Definir bien las prioridades es clave para lograr los objetivos. Un empresario eficiente define claramente qué es lo más importante para él –cuál debería ser su foco– y qué actividades debería realizar día a día para lograr las metas que están alineadas con ese foco. Además, una vez que identifica cuál es su tarea más importante cada día, comienza a trabajar en ella en las primeras horas de la mañana.
Robin Sharma dice en el libro ‘El líder que no tenía cargo’ que “los mejores líderes se centran en las tareas realmente imprescindibles. Dedican una concentración casi marcial a las mejores oportunidades y se niegan a que otra cosa los desvíe. Tienen la disciplina para seguir su curso y decir no a todo lo demás”. Según Sharma, uno debe eliminar de la jornada todas las actividades que no sean primordiales y utilizar cada minuto del día para hacer sólo aquello que lo va a llevar a su meta.
Por su parte, Kevin Kruse cita un estudio que muestra que las personas son más productivas y eficientes intelectualmente durante las dos primeras horas del día después de que están completamente despiertas. Sin embargo, mucha gente desperdicia esas horas haciendo cosas que no son importantes, como navegar por las redes sociales, contestar correos y atender reuniones intrascendentes.
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“Las personas se enfrascan en actividades menores en sus horas más productivas –dice Kruse– porque buscan encargarse de las tareas que son más sencillas y que pueden evacuar más rápido. Eso es un error. La idea es enfocar esas horas en su prioridad número uno, y hacerlo antes de que comiencen a interrumpirlo o que otros asuntos inesperados y urgentes le quiten foco”. Algunas de las personas entrevistadas por Kruse dicen que realizan su trabajo más importante entre las 6 de la mañana y el mediodía –cuando están frescas– y solo después atienden otros asuntos, como las reuniones.
Aprender a decir “no” es un ingrediente clave de la habilidad para priorizar, según Stephen Covey, autor del clásico ‘Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva’. Covey dice que uno debe enfocarse por encima de todo en los asuntos que son importantes, aunque no sean urgentes, porque así evitará tener que andar reaccionando ante lo urgente. Además, debe alejarse de lo que no es importante ni urgente. Sin embargo, para decirles “sí” a los asuntos importantes, debe aprender a decirles “no” a otras actividades, incluso algunas que en apariencia son urgentes. “Tenga presente que uno siempre le está diciendo ‘no’ a algo. Si no se lo dice a lo aparente y urgente, probablemente se lo está diciendo a cosas más fundamentales y altamente importantes”.
El problema, según Kruse, es que no les decimos “no” a algunas cosas que nos van a quitar tiempo porque erróneamente pensamos que vamos a estar menos ocupados en el futuro. “Es muy fácil aceptar un almuerzo en tres semanas porque al mirar su calendario usted lo ve desocupado. Pero cuando ese día llegue, tres semanas después, su agenda estará igual de llena que siempre con reuniones, cierres y tareas urgentes”.
4. Maximizar la energía y tener equilibrio
“Sin importar lo que haga, usted tendrá mañana las mismas 24 horas que hoy. Usted no puede conseguir más tiempo, pero sí puede incrementar su productividad aumentando su energía y su foco. Y el verdadero secreto detrás de esto es que maximice su energía”, dice Kruse.
Esto incluye varias estrategias, y evitar hábitos negativos: por ejemplo, dormir pocas horas es como dispararse en un pie porque le quita energía y lucidez. Kruse sugiere alimentarse lo mejor posible, dormir bien y establecer rituales matutinos de al menos una hora diaria que incluyan actividades benéficas para su mente, cuerpo y espíritu, como la lectura, el ejercicio, las visualizaciones y la meditación.
Robin Sharma hace sugerencias similares en ‘El líder que no tenía cargo’: “Hay siete prácticas útiles para todas las mañanas; no es necesario realizar las siete cada día, sino escoger algunas diariamente. La recomendación es empezar a las 5 de la mañana y no ceder durante los primeros 40 días, que son los más difíciles. Esas prácticas son: aprendizaje, que es leer libros que lo inspiren y fortalezcan su carácter; afirmaciones, que es repetir afirmaciones positivas sobre lo que uno quiere ser y los logros que desea alcanzar (como mantras); visualizaciones, que es imaginarse a sí mismo logrando los objetivos y rindiendo al máximo; escribir un diario, que sirve para apuntar reflexiones, sentimientos y sueños; fijar objetivos, para conectarse regularmente con los objetivos que uno se ha trazado; ejercicio, que se debe realizar a diario para estimular el cerebro y tener más energía; y buena nutrición, porque lo que uno come determina su rendimiento”.
En cuanto al ritmo de trabajo, Kruse cita un estudio que dice que el cuerpo humano está hecho para alternar entre gastos de energía y su recuperación; los humanos se mueven entre ‘foco y energía total’ hasta ‘fatiga física y sicológica’ cada 90 minutos. Por eso, algunos sugieren tomar descansos breves cada 90 minutos de trabajo.
Pero los períodos pueden ser más cortos, y dependen de cada persona. Kruse menciona una técnica llamada Pomodoro, que consiste en trabajar con mucha energía y concentración durante períodos de 25 minutos, para luego descansar 5 minutos (el descanso puede ser moverse, estirar, tomar agua, etc.); luego se aborda otro ciclo de 25 minutos, y así todo el día. Otros estudios hablan de bloques de 50 minutos, con descansos de 15.
Varios empresarios y emprendedores entrevistados por Kruse también recalcaron la importancia de hacer una sola cosa a la vez, dedicarle toda la atención, y solo abordar otra actividad cuando la primera esté terminada. En esencia, no hacer multitarea, porque no es eficiente.
Robin Sharma también enfatiza en la importancia de tener equilibrio y mantenerse saludable. “La salud es algo que damos por sentado hasta que la perdemos. Y los que la pierden tienen que dedicar luego todo su tiempo a recuperarla. Si pierde la buena salud, nada será tan importante como recuperarla. Hay un proverbio que dice: cuando somos jóvenes sacrificamos la salud por la riqueza, pero cuando nos hacemos viejos y sabios sacrificamos toda nuestra riqueza por un solo día de buena salud. No diga que no tiene tiempo para hacer ejercicio todos los días. Los que no dedican un tiempo al ejercicio diario, al final tendrán que dedicarlo a la enfermedad”.
5. Tener una mentalidad de largo plazo
El coach Tony Robbins dice en su libro ‘Awaken the Giant Within’ que para tener éxito uno debe enfocarse en el largo plazo. El éxito no es algo que se consigue de la noche a la mañana. Y el mejor ejemplo reciente de este tipo de mentalidad quizás sea Jeff Bezos, el fundador y presidente de Amazon. Su obsesión es pensar siempre a largo plazo. Desde los primeros años de vida de Amazon, él recalcó que estaba construyendo una compañía para el largo plazo, y por eso siempre lo han tenido sin cuidado las presiones de los analistas, su junta directiva y los accionistas para obtener resultados pronto.
Esa forma de pensar tiene tanta importancia para él que está edificando un extraño símbolo de la misma en Texas (E.U.), en el interior de una montaña: allí se está construyendo un gigantesco reloj diseñado para marcar el paso del tiempo durante los próximos 10 mil años. Bezos, un hombre famoso por su renuencia a gastar dinero en cosas que no considera realmente importantes, ha invertido 42 millones de dólares en el reloj, pues cree que el mundo necesita un símbolo poderoso de la importancia de pensar siempre a largo plazo.
“El progreso lento y constante puede derrotar cualquier desafío con el tiempo”, dijo en una conferencia en la universidad Carnegie Mellon en el 2011. En otra charla, hablando sobre su motivación para financiar la construcción de ese reloj, Bezos dijo que ese símbolo es importante porque solo si los humanos piensan a largo plazo, van a poder lograr cosas que no conseguirían con una visión de corto plazo, ya que se rendirían ante los primeros obstáculos.
Bezos ha aplicado esa filosofía a todo lo que hace en Amazon. Por eso, ha tomado muchas decisiones que tuvieron un impacto negativo en las finanzas de la compañía inicialmente, pero que a largo plazo fueron benéficas. Por ejemplo, en contra de todos sus críticos y desde que la empresa era muy joven, él redujo de forma drástica los precios de los productos que ofrecía Amazon, e incluso muchos se vendieron a pérdida. En el 2002 fue igualmente inflexible en la implementación de una medida que muchos de sus ejecutivos criticaron: ofrecer envíos gratis para cualquier pedido de más de 25 dólares (eso produjo pérdidas grandes). Al explicar ese tipo de acciones, Bezos le dijo lo siguiente a la revista Fast Company:
“Usted puede hacer las cuentas de 15 formas diferentes, y todas las veces estas le dirán que no debería bajar los precios porque eso va a generar menos dinero. Esto es indudablemente cierto en el siguiente trimestre o en el año actual. Pero probablemente no es cierto al cabo de 10 años, cuando esos descuentos van a incrementar la frecuencia con la que los clientes compran en su tienda. La satisfacción general va a subir”.
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Amazon, la empresa que Bezos fundó en 1994, dio utilidad por primera vez nueve años después, en el 2003, pese a que tenía unas ventas descomunales. Y aunque es la tienda en línea más importante y poderosa del mundo, con más de 300 millones de productos en su catálogo, no había tenido una rentabilidad muy grande, ya que Bezos siempre le había dado prioridad a otras cosas: crecer rápidamente, vender más barato que las demás tiendas, crear características innovadoras para seducir a los clientes, entregar los productos cada vez más rápido, aumentar el surtido de artículos y ofrecer un servicio al cliente excepcional, entre otros, sin importar que las inversiones millonarias necesarias para alcanzar esos objetivos impactaran las utilidades.
La baja rentabilidad de Amazon durante sus primeras dos décadas de vida le trajo a Bezos muchas críticas por parte de los analistas de la industria. Tampoco los accionistas estaban contentos. Pero todo eso cambió en los últimos años, cuando las apuestas de largo plazo de Bezos produjeron sus frutos: las ventas de Amazon hoy en día son descomunales, sus utilidades están creciendo, el precio de la acción se disparó (Bezos se convirtió, de hecho, en el hombre más rico del planeta) y muchos analistas piensan hoy en día que Amazon ya es demasiado poderosa como para que pueda ser derrotada por sus rivales.
6. Ser apasionado y contagiar a los demás
Uno de los rasgos más notorios de los empresarios exitosos es la pasión con la que abordan su trabajo y sus proyectos. No podría ser de otra forma: sacar adelante una empresa propia tiene tantos retos y problemas, y exige tanto trabajo, que difícilmente se puede tener éxito en la labor si uno no le mete todo el corazón.
Jay Elliot, un antiguo vicepresidente de Apple, que trabajó al lado de Steve Jobs durante años, dice en el libro ‘El camino de Steve Jobs’ que él tenía “una visión con un poder escalofriante. Cuando Steve creía en algo, el poder de esa visión podía literalmente barrer con cualquier objeción, problema o lo que fuera. Simplemente dejaban de existir”.
Elliot explica que entendió qué era lo que movía a Jobs al escucharlo decir: “Los grandes productos solamente vienen de gente apasionada, y de equipos de trabajo apasionados”. Elliot agrega que Jobs “establecía así un parámetro para sí mismo y para todos los que lo rodeaban, haciendo su trabajo lo mejor posible. Los visionarios pueden crear grandes obras de arte o productos porque su trabajo no es de 9 a 5”.
Jobs les decía a sus empleados que su trabajo debía dejar una marca en el universo, y eso es un recordatorio, dice Elliot, “de que no tendrás gente trabajando para ti, encendida por el entusiasmo, a menos que tú también ardas en él, y hagas que todo el mundo lo sepa”.
7. Correr riesgos y salir de la zona de confort
Robin Sharma dice: “Usted jamás sabrá hasta donde puede subir si ni siquiera lo intenta. Y no estará vivo de verdad a menos que corra riesgos y se coma sus miedos. Cuanto más tiempo pase fuera de su zona de seguridad, más se ampliará esa zona. Cuanto más flexible sea, más normales le parecerán las cosas que antes le daban miedo”. El escritor también cita la siguiente frase del piloto Mario Andretti: “Si todo está bajo control, es que vas demasiado despacio”.
Según Sharma, hay que aprender a estar cómodo en la incomodidad, y no aferrarse a las antiguas maneras de pensar. “Los mejores líderes se ejercitan cada día en traspasar sus límites, en obligarse a enfrentarse a ellos. La sociedad nos enseña desde pequeños que sentirnos incómodos es algo malo que debemos evitar a toda costa, pero no puede haber crecimiento ni progreso sin esa sensación de nervios en el estómago y de incomodidad en todo el cuerpo. De lo contrario, nos quedaremos siempre en nuestro pequeño reducto. No nos aventuraremos más allá de nuestras rutinas habituales y de las actividades con las que nos sentimos seguros”.
Sharma cita al filósofo Séneca, quien dijo: “No es que nos acobardemos porque las cosas son difíciles; es que las cosas son difíciles porque nos acobardamos”. Y agrega que cuanto más tiempo pase uno en su zona de incomodidad, más se expandirá su zona de seguridad. “Si no nota incomodidad, significa que no está creciendo, que no está cambiando. Básicamente está perdiendo el tiempo”.
Sharma también opina que la gente afortunada no tiene suerte; la gente afortunada se crea su propia suerte y lo hace asumiendo riesgos y aprovechando las oportunidades.
8. Saber delegar y hacer seguimiento
Uno de los empresarios entrevistados por Kevin Kruse en su libro ‘15 Secrets Successful People Know About Time Management’ dice que él no hace nada que alguien pueda realizar mejor en su empresa; además, no hace nada que no represente el mejor uso posible de su tiempo. Otro de ellos opina que uno debería enfocarse en aquello para lo que es grandioso y contratar a alguien para todo lo demás.
Saber delegar es una de las claves de la administración. Stephen Covey dice en ‘Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva’: “Muchas personas se niegan a delegar porque les parece que eso consume demasiado tiempo y esfuerzo, y que ellos mismos pueden realizar mejor la tarea. Pero delegar en otros es la actividad que por sí sola potencia más nuestra fuerza. Transferir la responsabilidad a personas aptas y formadas nos permite dedicar nuestra energía a otras actividades importantes. La capacidad para delegar en otros es la principal diferencia entre el rol de productor y el de administrador. Un productor invierte una hora de esfuerzo y produce 1 unidad de resultados. Un administrador invierte una hora de esfuerzo y puede producir 10, 15 o 100 unidades de resultados por medio de la delegación efectiva”.
John Maxwell dice en el libro ‘Las 21 leyes irrefutables del liderazgo’: “En una época entendí que había estado usando mi tiempo con la mayor eficacia posible, y habría sido imposible afinar más el enfoque en mis prioridades. En otras palabras, no podía trabajar más duro ni más inteligentemente. Esto sólo me dejaba una opción: aprender a trabajar por medio de otros individuos. Desde entonces, me he comprometido a formar mi círculo íntimo. Empleo al mejor personal que pueda encontrar, lo formo lo mejor posible, y delego todo lo que pueda delegar”.
Maxwell agrega: “Cualquier labor que no es necesario que usted realice personalmente debe delegarla o eliminarla. Como líder, usted debe pasar la mayor parte del tiempo trabajando en sus áreas más fuertes. Si otra persona de su organización puede realizar una labor en un 80 por ciento, deléguela”.
Pero, para delegar bien, es necesario hacer seguimiento. Ken Blanchard dice en el libro ‘The One Minute Manager’ que el líder debe comenzar por dejar muy claro cuáles son las responsabilidades de un nuevo empleado, cuáles son los resultados esperados, y luego debe hacer seguimiento a su rendimiento (especialmente al comienzo).
Cuando vea cosas buenas, debe alabar a la persona y decirle específicamente qué hizo bien. Pero cuando vea un desempeño pobre, debe hacer lo mismo: decirle qué hizo mal. Sin embargo, Blanchard recalca que, para que funcionen, las reprimendas deben cumplir varias condiciones: deben darse apenas se produzca el error, deben atacar siempre el comportamiento y no a la persona, deben ser respetuosas y debe recalcarse lo mucho que se valora a la persona y que esa es la razón por la cual se espera un desempeño más alto.
9. Ser persistente, pero flexible
Jeff Bezos opina que hay que ser terco en la visión, pero flexible en los detalles. El libro ‘The Amazon Way’, de John Rossman, cita esta frase de Bezos: “Si usted no es terco, se rendirá demasiado pronto cuando experimente con algo. Y si no es flexible, se golpeará la cabeza contra una pared y no verá una solución diferente para el problema que trata de resolver”.
Un ejemplo es la forma en que Bezos ha tratado de reducir al máximo los tiempos de entrega de sus productos, una de sus prioridades desde el nacimiento de su empresa. Según el libro ‘The Everything Store’, al comienzo Amazon no almacenaba los productos que vendía; cuando las personas pedían un artículo, Amazon lo ordenaba a un proveedor, y al recibirlo lo despachaba. No tenía mayores costos en inventarios, pero las entregas no eran muy rápidas. Pero cuando las ventas crecieron, Bezos entendió que debía cambiar el modelo, así que montó un centro propio de almacenamiento y despacho para mejorar los tiempos de entrega.
Luego fue evidente que debía tener varios centros por todo Estados Unidos, así que Amazon se embarcó en la costosa y desgastante labor de construirlos, ya que eso permitiría acelerar los despachos. La tarea era tan compleja que en varias reuniones se cuestionó si Amazon debía realmente encargarse del almacenamiento y la distribución, pero Bezos insistió en que sí: debían tener el control de todos los procesos que fueran claves para ofrecer la mejor experiencia posible a los clientes.
Inicialmente Bezos contrató expertos en logística que venían de minoristas tradicionales –sonsacó muchos de Walmart– para montar sus propios sistemas de logística. Pero años después concluyó que los métodos tradicionales no funcionaban bien en su empresa, porque Amazon realizaba infinidad de despachos pequeños, con productos totalmente disímiles para un mismo cliente. Entonces, Bezos dejó de contratar especialistas en logística, llenó esa división de ingenieros y expertos en áreas como matemáticas, y emprendió una tarea descomunal: rediseñar por completo el sistema de logística, diseñar sus propios equipos y volver a escribir todo el software. En esencia, reinventaron los sistemas de logística y distribución.
Tardaron mucho tiempo y el costo fue enorme. Pero los algoritmos y sistemas creados por Amazon, que calculaban infinidad de escenarios en segundos, les ayudaron a determinar la mejor forma de almacenar cada producto, y de encontrarlo y despacharlo después de la manera más rápida, eficiente y barata. Eso permitió reducir de forma sustancial los costos de los envíos, bajar el tiempo que tomaban las entregas, disminuir los errores y predecir con gran precisión la fecha de entrega, algo que los clientes valoran mucho.
Amazon dio varios giros para llegar a este modelo (fue flexible), pero nunca se apartó de la meta original (en eso fue terca): entregar los pedidos más rápido que cualquier otro minorista, sin importar cuánto costara (en dinero y años). Gracias a eso, desde hace años tiene unos sistemas de logística que ningún rival posee, lo cual le da una ventaja competitiva enorme.
10. Tener hambre de conocimiento
Hay una frase famosa del ex presidente estadounidense Harry Truman que dice: “No todos los lectores son líderes, pero todos los líderes son lectores”. Truman no se equivocó. Muchos de los grandes empresarios, emprendedores y líderes del mundo son ávidos lectores, y sobre todo tipo de temas. Quizá sea esa la razón por la que varios gurús de la tecnología no tienen una carrera universitaria, entre ellos Bill Gates, Steve Jobs, Michael Dell y Mark Zuckerberg; no la necesitaban porque aprendieron por su cuenta a través de fuentes como libros y revistas.
Algunas cifras le pueden dar una idea de cuán ávidos lectores son. Bill Gates, el segundo hombre más rico del mundo, lee 50 libros al año, prácticamente uno por semana, y él dice que la lectura es su principal fuente de conocimiento, y no la gente que conoce. Warren Buffet, el inversionista estadounidense con la cuarta fortuna del mundo, dice que lee 500 páginas diarias de libros y revistas, y él atribuye a este hábito buena parte de su éxito como empresario.
El inversionista estadounidense Mark Cuban siempre dedica al menos tres horas diarias a la lectura de libros y revistas en busca de ideas para sus negocios. Y uno de los principales coach y empresarios de Estados Unidos, Tony Robbins, cuyas compañías generan ingresos anuales de 6 mil millones de dólares, dice que leyó 700 libros en siete años cuando estaba empezando su carrera como coach y asesor; Robbins, cuya madre era alcohólica y su padre un hombre violento que lo abandonó, dice que leer le salvó la vida y lo convirtió en lo que es hoy.
Otros líderes políticos y empresariales conocidos por su amor por la lectura son Thomas Alva Edison, Martin Luther King, Winston Churchill, Bill Clinton, Fidel Castro, Nikola Tesla y Nelson Mandela.
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